jueves, 24 de enero de 2013

Paul M. Sweezy.


"Teoría del desarrollo capitalista"



Teniendo en cuenta el punto de vista de algunos economistas observamos diferentes perspectivas. En el caso del economista británico Lionel Robbins (1898-1984), define la economía como ciencia que estudia la conducta humana como una relación entre fines y medios limitados que tienen diversa aplicación; por tanto los resultados que se producen son adecuados para cualquier tipo de sociedad. La visión de los economistas clásicos acerca del sistema económico es que éste debería tratarse principalmente en términos de relaciones entre seres humanos y cosas, aunque no por eso se deberían omitir las relaciones sociales de producción. Volviendo a los estudios de Marx, plantea una forma diferente de emprender el estudio de los problemas económicos.

La metodología de Marx es similar a la de los predecesores clásicos y sucesores neoclásicos, era partidario del método abstracto-deductivo. También practicaba el método de las aproximaciones sucesivas, es decir, va de lo abstracto a lo concreto. Aun así, existen muchas diferencias entre Marx y los representantes clásicos y neoclásicos. Apuesta por una abstracción individual en la que uno mismo decide sobre qué hacer la abstracción y de qué no hacerla, ya que ella misma por sí sola no basta. Surgen de esto dos cuestiones importantes: el problema a examinar y los elementos esenciales de éste. Los problemas que tiene cada economista no son idénticos y no necesariamente tiene que haber acuerdo en los objetivos a seguir, y por lo tanto hay distintas maneras y procedimientos de usar la abstracción. La tarea específica de la abstracción es poner de relieve lo esencial y hacer posible su análisis, tal como dice Hegel, poner en contraste lo esencial con lo no esencial. Para distinguir qué nos resultaría esencial  hay que formular hipótesis y comprobar las conclusiones con la experiencia.

Marx realizó diversos estudios en diferentes ámbitos: socialismo y comunismo, historia de Francia, economía política inglesa, etc. En su Crítica de la Economía Política expone una de las ideas relevantes en torno a las relaciones de producción: “Corresponden a una etapa determinada de desarrollo de las fuerzas materiales de producción. La suma total de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad”.  Una de sus principales preocupaciones era la sociedad en su conjunto y el proceso de cambio social. A pesar de esto, Marx no pretendía reducir todo a términos económicos, sino destacar también la interrelación de los factores económicos y no económicos en la existencia social. Concluye que la clave del cambio social se encuentra en los movimientos del modo de producción, y es por ello que estudia las leyes que rigen sus variaciones.  Para su estudio mantuvo elementos de Hegel que enfatizaban en el proceso y desarrollo a través del conflicto de fuerzas opuestas, pero cambió el enfoque a conflictos históricos decisivos y sus raíces; descubriendo así los conflictos de clases. Por tanto, los elementos esenciales son las relaciones económicas que se expresan en luchas de clases. Para los economistas clásicos el antagonismo social que resultaba más llamativo era el de capitalistas, industriales y terratenientes, y con ello la cuestión de la propiedad de tierra ligándola a la renta.

Destaca entonces la importancia que cobra el capital, “El capital es la fuerza que todo lo domina en la sociedad burguesa”; esto significa  que la relación económica principal que existe es entre capitalistas y obreros siendo las principales clases sociales que compiten entre sí: burguesía y proletariado. La relación capital-trabajo es una relación de cambio, el capitalista compra fuerza de trabajo al obrero mientras que este último recibe dinero del primero para cubrir sus necesidades básicas. Todo lo que se destina a la relación de cambio son mercancías, y el análisis de éstas implica entonces el análisis de las mismas relaciones de cambio.


El pensamiento de Marx tiene, en su esencia, un carácter histórico. Para él, la realidad social es el proceso de cambio inherente a un juego de relaciones determinado; por tanto es el proceso histórico. Este proceso de cambio no es puramente mecánico sino producto de la acción humana limitada por el tipo de sociedad. Esto lleva a una actitud histórica ante la ciencia social y por ello, a una actitud crítica ante toda forma de sociedad. Los marxistas interpretan los hechos contemporáneos en un contexto histórico mundial, y el específico carácter histórico es transitorio siendo la acción humana la responsable de los cambios.
Mediante el capitalismo la propiedad de los medios de producción corresponde a un conjunto de individuos, pero son otros individuos los que realizan el trabajo. Este será el punto de partida para el origen de las desigualdades.  Una de las características principales es dotar como mercancías tanto a los medios de producción como a la fuerza de trabajo, otorgando a cada uno un valor de cambio y por tanto una relación cuantitativa entre las propias mercancías. Esta relación entre objetos, se traduce de la misma manera en la relación social entre los propietarios y los no propietarios.  A su vez, esta relación social está basada en que los productores individuales trabajan en realidad unos para otros. Lo que diferencia al capitalismo como sistema económico es la compra y venta de fuerza de trabajo, esta es otra de las causas de las desigualdades entre las clases sociales.

El mecanismo en el que se basa el capitalismo se trata de un ciclo incesante del intercambio entre mercancía y dinero (M-D-M, D-M-D´).  El dinero aumenta de manera progresiva y por éste se genera lo que Marx denomina como plusvalía. Dicha plusvalía sería el ingreso de capital generado por la diferencia entre el dinero invertido y el obtenido por la mercancía que se produce.  Pero si el capitalista  compra y vende mercancías al precio de equilibrio no parece quedar claro dónde se genera este ingreso. Por tanto, a la hora de analizar el origen de la plusvalía, hay que tener en cuenta que el capitalista compra la fuerza de trabajo en su valor, lo que significa que paga al obrero un salario que corresponde a una suma correspondiente al valor de los medios de subsistencia del obrero. En consecuencia, el capitalista se queda para sí el valor extra de trabajo que realiza el obrero en su jornada laboral y que sobrepasa el valor que éste necesita para compensar sus medios de subsistencia. Esta apropiación del capitalista en forma de plusvalía es entonces el producto del trabajo excedente que realiza el obrero. Pero el problema no está en  el hecho de la explotación sino en la forma en la que ésta se asume por parte de las sociedades y, en cierto modo, en su consentimiento.

Esta apropiación de la plusvalía se produce tan solo por una clase social, los capitalistas, mientras que el sector obrero se encuentra en una situación de explotación. De aquí entonces se producen las desigualdades sociales debido a una relación de explotación del hombre por hombre, lo que podemos relacionar con el principio que popularizó Hobbes “Homo homini lupus”. Cabe destacar que esta explotación no solo se produce entre individuos sino que también se genera una explotación del hombre sobre el medio y a su vez produce una escasez de recursos materiales y materias primas. Este aspecto lo desarrollaremos más adelante.


La forma más elemental que propuso Marx para el análisis de la estructura del capitalismo es la reproducción simple. Esto se refiere a un sistema capitalista que conserva indefinidamente las mismas dimensiones y proporciones  entre sus partes, para que esto se cumpla es preciso que los capitalistas repongan cada año el capital gastado y empleen toda su plusvalía en el consumo en el que los obreros gastarán todo su salario.  Si estas condiciones no se producen, se generará una acumulación o un agotamiento de la existencia de medios de producción. La condición básica de la reproducción simple se basa en que el valor del capital constante usado en los artículos de consumo, debe ser equivalente al valor de las mercancías consumidas por los obreros y capitalistas dedicados a producir menos medios de producción. Por lo tanto si se produce esta condición, la escala de producción no varía de un año a otro.


Para realizar un análisis más detallado de la producción  hay que tomar en consideración dos amplias categorías dentro de ésta: la producción total de medios de producción y la de artículos de consumo. Ambas constituyen la suma de la oferta social de mercancías.  Por su parte, el ingreso se divide en tres sub-categorías: el ingreso del capitalista dirigido a su gasto en medios de producción, el ingreso del capitalista dedicado al consumo, y el ingreso del trabajador. Estos ingresos en su conjunto serían la demanda total de mercancías.  Este método de reproducción simple es, en definitiva, un reflejo de la estructura de las ofertas y las demandas en la economía capitalista.  Resulta evidente pensar que este método implica la abstracción de lo más esencial en el capitalista, siendo esto su interés en incrementar su capital.  El capitalista consigue este incremento transformando una parte de su plusvalía en capital adicional y entonces podrá apropiarse de más plusvalía creando así un ciclo por el que generará otra vez capital adicional. Este proceso de acumulación de capital es la fuerza motriz del desarrollo capitalista. El interés del capitalista está basado en este proceso de expansión del valor y por consiguiente, el éxito en la sociedad capitalista consiste en aumentar el capital propio.

El incremento en la cantidad de plusvalía y con ello el mayor poder de acumulación, corresponden al capitalista que emplea los métodos técnicos más avanzados y eficientes. Este afán de perfeccionamiento es el que provoca una sobre-explotación del medio, ya que las mejoras tecnológicas y los avances son cada vez mayores. Ese deseo de acumulación lleva implícita la necesidad derivada de aumentar el consumo. Esta teoría marxista de la acumulación y el consumo de los capitalistas se contrapone con teorías contemporáneas ortodoxas de economistas como Alfred Marshall, estas teorías posteriores se centran en los aspectos de la abstinencia y la espera.


Marx presenta en contraposición a la reproducción simple, la reproducción ampliada exponiendo la interrelación entre ofertas y demandas cuando se toma en consideración la acumulación.  Pero el problema a destacar se centra en los efectos de la cantidad acrecentada del capital variable, es decir, de la demanda aumentada de fuerza de trabajo implícita en el proceso de acumulación.  Bajo el capitalismo, en el caso de la fuerza de trabajo está ausente el mecanismo equilibrador de la oferta y la demanda. Un economista clásico, David Ricardo, planteó que el mecanismo necesario como solución para asegurar que los salarios permanecieran más o menos al  nivel convencional de subsistencia estaba en una teoría de población.  Marx conocía el hecho de que los salarios tienden a subir con el impacto de la acumulación de capital, y concluía que la elevación de éstos no podía alcanzar el punto que amenazase al propio sistema. Como solución al problema hay que mencionar el concepto marxista de “ejército de reserva del trabajo” o “población excedente relativa”. Este ejército de reserva se conformaría con aquellos desplazados por la maquinaria. La presión de éste vendrá dada para contrarrestar la tendencia de los salarios a subir.

La economía política clásica se inclinó a predecir  el fin del inminente progreso económico, que sería detenido por dos leyes naturales preponderantes e inmutables: la ley de la población y la ley de rendimientos decrecientes; pero estos resultados son diferentes de los de la teoría económica de Marx. En la teoría de Marx, los cambios en los métodos de producción son condiciones necesarias para prolongar la existencia de la producción capitalista. Es por medio de innovaciones tecnológicas para economizar el trabajo como se recluta al ejército de reserva, y es por su existencia por lo que pueden sobrevivir la plusvalía y la clase que ésta sostiene. La noción marxista enfatiza los cambios que ocurren en los métodos de producción, tanto los cambios cualitativos en la organización social y las relaciones sociales como los cambios cuantitativos en variables económicas. 


El hecho de que se vaya acumulando capital, va de la mano de la creciente mercantilización progresiva del proceso de producción. El punto concreto al que deriva es a la eficiencia. La eficiencia consiste en hacer mayor producción, mejor y en menos tiempo; a través de un equipo más perfeccionado. Esto conlleva a la "ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia" de la que hablaba Marx. Esta ley propone que a mayor productividad (la cual, siempre va ascendiendo) también va ascendiendo la composición orgánica del capital (el dinero que invierte el capitalista en las maquinarias de producción). El problema es que según esta ley, las ganancias son siempre inversamente proporcionales a la composición orgánica del capital, pero como ésta tiene tendencia a crecer, se puede suponer que por tanto que las ganancias con el tiempo siempre van cayendo y la plusvalía se mantiene constante. Marx propone seis opciones que contrarrestarían esta ley general de la tasa descendente de la ganancia, convirtiéndola una mera tendencia. A continuación, se explicaran cinco de ellas:

1. El abaratamiento de los elementos del capital constante: La utilización cada vez mayor de la maquinaria provoca que haya mayor productividad, y por tanto, disminuya el valor por unidad del capital constante. Es decir, el aumento de la composición orgánica (el capital invertido) hace bajar el valor del capital constante, actuando de manera natural como corrector.

2. Aumento de la intensidad de explotación: En este caso se refiere a prolongar la jornada de trabajo, es decir, lo que se llamaría "acelerar" y "estirar". Esta prolongación de la jornada laboral incrementaría la tasa de plusvalía, elevando a su vez, la cantidad de trabajo excedente sin afectar a la de trabajo necesario. El efecto sería elevar la tasa de ganancia cuando sea necesario y siempre que sea posible.

3. Depresión de los salarios por debajo de su valor: Reducir los salarios de los trabajadores siempre que se pueda.

4. Sobrepoblación relativa: La utilización cada vez mayor de maquinaria, que a su vez significa una alta composición orgánica del capital, provoca que haya "sobrepoblación relativa" o reserva de trabajadores. Estos trabajadores se destinan a nuevas industrias con una composición orgánica del capital relativamente baja, hasta que alcanzan el nivel de las antiguas industrias, haciendo subir la tasa de ganancia general. Además, la competencia de fuerzas de trabajo provoca la bajada de salarios, elevando de este modo, la tasa de plusvalía.

5. Comercio exterior: Esto hace posible que se puedan obtener materias primas y artículos a menor precio que el que existe en ese país. Cuando se abaratan los costes crece la tasa de ganancia, elevando del mismo modo la tasa de plusvalía y reduciendo el valor del capital constante. Aunque realmente no tiene relación con la composición orgánica del capital, de modo que no debe ser tan tenido en cuenta.


Las fuerzas que actúan sobre la tasa de ganancia se resumen en la fórmula de la tasa de ganancia y la composición orgánica del capital. Según Marx, se entiende que la tasa de ganancia cae cuando la composición orgánica del capital sube, pero la plusvalía se mantiene contante. ¿Se puede justificar como cierto que esta se mantiene contante? Y por tanto, ¿La productividad es igual de beneficiosa para le capitalista como para los trabajadores? Hay varias razones para pensar que no es así:

·         El propio ascenso de la composición orgánica del capital significa necesariamente el crecimiento de la productividad del trabajo, y es el mismo Marx el que aclara que la mayor productividad va acompañada de una tasa más alta de plusvalía.

·         Por otra parte, sólo podemos decir que la tasa de ganancia bajará, si el porcentaje de aumento en la tasa de plusvalía es menor que el porcentaje de disminución en la producción del capital variable con respecto al capital total. Marx solo justifica la variabilidad de la tasa de plusvalía como un elemento contrarrestarte, pero según Sweezy, no hay ninguna suposición general de que los cambios en la composición orgánica del capital serán relativamente tan superiores a los cambios en la tasa de plusvalía, que los primeros dominarán los movimientos en la tasa de ganancia. Y por esta misma razón, la ley de la tendencia descendente de la tasa de la ganancia tampoco es muy convincente. Aunque sí que es cierto que se puede considerar, y es existente la tendencia.

A pesar de que no es posible explicar esta ley partiendo de la composición orgánica ascendente del capital, si nos fijamos en que esta es solo una eslabón de una cadena causal más amplia, nos daremos cuenta que tras este está la acumulación del capital, y es aquí donde hay que centrarse para ver que fuerzas tienden a deprimir la tasa de ganancia. La acumulación del capital actúa para aumentar la demanda de salarios, y si los demás factores se mantienen constantes, la elevación de los salarios reducirá la plusvalía y a su vez se mostrará en un descanso de en la tasa de ganancia. Con esta proposición se vuelve a creencia de que hay una tendencia persistente en la tasa de ganancia a caer.

Si algo es seguro, es que el aumento de la composición orgánica del capital tenderá a restablecer la tasa de plusvalía, haciendo ascender el volumen de la plusvalía más de lo que habría sido en ausencia del aumento de la composición orgánica del capital. Sin embargo hay otras fuerzas que afectan a la tasa de ganancia. Entre las que tienden a deprimir esta tasa encontramos:

·         Los sindicatos: La agrupación de obreros para conseguir mejorar sus condiciones de trabajo incluyéndose en el desarrollo de la industria y teniendo control sobre la oferta de fuerza de trabajo.

·         La acción del estado en beneficio de los trabajadores: Limitando la jornada de trabajo, el seguro contra el desempleo y la legislación para salvaguardar el derecho de la contratación colectiva. El primero serviría para controlar la plusvalía, y el segundo y tercero ayuda a los trabajadores a mantener el salario.

Entre las fuerzas que elevan la tasa de ganancia encontramos:

o   Las organizaciones patronales: Mejoran la posición del capital frente al trabajo.
o   Exportación del capital: Actúa mitigando la presión sobre el mercado de trabajo domestico, impidiendo de este modo, que la acumulación tenga efecto depresivo sobre la tasa de ganancia.
o   Formulación de monopolio: Su utilización serviría a los capitalistas individuales para mejorar su propia tasa de ganancia.
o   Acción de estado en beneficio del capital: Como por ejemplo las tarifas protectoras, que al igual que los monopolios, pueden hacer elevar la tasa de ganancia.


En el Manifiesto, Marx ya hablaba de que las crisis comerciales tienden a una repetición periódica que pone a prueba la sociedad burguesa. Pero realmente, en ninguno de sus escritos hace un estudio completo de la crisis. Esto se debe a que no vivió lo suficiente para hacer un estudio completo, y los términos como competencia y crédito eran mucho más complejos que los sistemas tipo que describía en El Capital. Aunque analiza los problemas de la crisis en sus niveles de abstracción más altos, no se debe tomar la crisis dentro del marco general de de la economía política de Marx sin tomar en cuenta los escritos marxistas posteriores sobre el asunto.


La aparición del dinero representó un gran avance. Ya no se intercambiaba mercancía por mercancía, sino mercancía por dinero y dinero por mercancía. Por tanto, la función del dinero es dividir el acto del cambio en dos partes pudiendo estar separadas en espacio y tiempo.

El dinero permite vender un producto terminado y comprar lo que le hace falta, de este modo se propaga la especialización, que a su vez incrementaría la base productiva. Todo esto puede provocar una crisis que haría imposible una economía más simple en la que el trabajo estuviera organizado y los productos fuesen compartidos bajo la dirección de una sola autoridad. Se trata de un proceso circular de compraventa, si este proceso circular se ve interrumpido podría afectar a toda la economía, provocando a crisis en la que coinciden existencias de mercancías invendibles y necesidades insatisfechas que acarrearían una crisis de sobreproducción.

Realmente la crisis es posible pero más bien improbable, o cuando mucho accidentales bajo la producción simple de mercancías. Esta conclusión se obtiene de las condiciones básicas de la producción simple de mercancías. La circulación mercancía/dinero/mercancía conlleva a la posibilidad de crisis, pero al mismo tiempo significa producción para el consumo. Puesto que el consumo es fundamentalmente un proceso continuo, hay pocas razones para esperar que las posibilidades de crisis se conviertan en hechos.

Los economistas clásicos mostraban una falta de perspectiva histórica en su constante incapacidad para distinguir entre producción simple de mercancías y producción capitalista. Uno de los ejemplos es la ley de Say. Esta ley propone que una venta sigue invariablemente una compra por igual cantidad, no pudiendo interrumpirse la circulación entre mercancía/dinero/mercancía, y de este modo, no hay lugar para a una posible crisis ni sobreproducción. Por tanto la crisis y la sobreproducción son improbables en la producción simple de mercancías. Los economistas clásicos tomaron esta ley como referencia, por lo que ni hicieron contribuciones conexas ni de valor sobre la teoría de la crisis. Marx fue el único que creía en una teoría de crisis y por tanto criticó la ley de Say.


El circuito M-D-M (mercancía/dinero/mercancía) es típico de la producción simple de mercancías, que bajo el capitalismo pasa a ser D-M-D.

·         En el M-D-M la M del principio y del final son iguales. En cambio desde el valor de uso, la primera M no tiene ningún uso para el productor, sin embargo la última M se desea porque tiene mayor valor de uso. El fin del cambio es el de adquirir un valor de uso y no el aumento del valor de cambio. Por esto se dice que la producción simple es una producción para el consumo.

·         En el caso de D-M-D es la forma dominante en el capitalismo. Comienza con el dinero como función de capital, lo introduce en la circulación a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción. Depuse de obtener producción, lo vuelve a incluir en el mercado con mercancías que lo transforman de nuevo en dinero. La D del principio y del final representa el valor de cambio, y ninguna de ellas tiene valor de uso. Este proceso solo tendrá sentido si hay una diferencia cuantitativa entre la D del principio y la D del final. La expansión del valor se vuelve el único objetivo del capitalista, la apropiación de más y más riqueza, por lo que es denominada producción para obtener ganancia.
Realmente, la forma de circulación M-D-M no ha desaparecido, pues para los obreros y los simples productores de mercancías siguen siendo la común y la que utilizan. En ella el objetivo aún es el aumento del valor de uso. El estimulo del obrero sigue siendo el deseo del valor de uso, y su acumulación no tiene nada que ver con la del capitalista, simplemente acumula para asegurarse el valor de uso para sí y su familia cuando su fuerza de trabajo ya no sea vendible.

Lo que le preocupa al capitalista es lograr que D sea todo lo mayor posible con relación a la magnitud de su capital original, por lo que su mayor interés es elevar la tasa de ganancia. La interrupción del proceso de circulación a través de la retención del proceso de compra respecto del mercado, dará lugar a la sobreproducción, y más tarde a un descenso de la producción. Si D final se ve afectada por algo, el capitalista se pensará si sacar la D del principio al mercado. Esta D final es la que no existía en la producción simple de mercancías.

Cuando descienda la tasa de ganancia por debajo del nivel común, el capitalista comenzará a reducir sus operaciones. Los capitalistas no estás obligados a reinvertir su dinero bajo condiciones desfavorables, pueden retrasar esta inversión hasta que las condiciones les resultes favorables e nuevo; pero si dejara de reinvertir ya no sería una capitalista. Este aplazamiento de la reinversión provocaría un paro en la circulación y por tanto, una crisis y sobreproducción. La crisis y la depresión forman parte de un mecanismo por el que la tasa de ganancia es restituida de manera completa o parcial a sus orígenes. Para que los capitalistas retengan su dinero, no es necesario que la tasa de ganancia desaparezca y se vuelva negativa, simplemente tiene que estar por debajo de de su nivel ordinario.


En conclusión, la crisis capitalista se debe a una interrupción del proceso de la circulación debido al descenso de la tasa de ganancia más allá de su nivel normal. La teoría moderna del ciclo económico ha llegado también a un principio similar. Para estos últimos, la clase capitalista se divide en dos secciones: la de los empresarios que organizar y dirigen los procesos de producción, y la de los poseedores de capital en dinero que ofrecen préstamos con intereses a los empresarios para sus operaciones. De este modo, los empresarios deben tener en cuenta si la inversión que hará le compensa en cuanto a los intereses que a de pagar, por tanto el problema puede ser que los intereses estén demasiado altos, los empresarios no inviertan y surja una crisis. Por otra parte, los poseedores de capital prefieren quedarse con el dinero antes de prestarlo a empresarios a tipos inferiores, pues según los teóricos del ciclo económico, estos tienen la creencia de que los tipos inferiores no durarán y será mejor prestarlo cuando los tipos de interés sean más altos. De algún modo, tanto los poseedores de capital como los empresarios funcionan de la misma manera. La clase capitalista en su conjunto solo prestarán o invertirán cuando la tasa de beneficio sea alta y se restringirán a hacerlo cuando esta esté por debajo del nivel ordinario. Según Marx, esta es una conducta típica de la producción capitalista y no una forma particular en la que se organiza la oferta y el empleo.


Si se sigue haciendo examen de las crisis en términos de las fuerzas que operan sobre la tasa de la ganancia. La ley de la tendencia descendente de a tasa de la ganancia es apropiada. El proceso de acumulación lleva consigo la tendencia descendente de la tasa de ganancia, si esta tendencia no se elimina, se acaba llegando a la crisis. Debemos tener en cuenta que esta tendencia descendente de la tasa de ganancia se deriva de la suposición de que todas las mercancías se vendían en sus valores de equilibro. Por tanto, la tasa descendente de ganancia no se debía a un desequilibro, sino que en si misma provocaba tal desequilibro.

Si partimos de la idea de que las mercancías no se venden en sus valores de equilibro, aparecen otras causas de descenso. Los capitalistas se ven imposibilitados a vender las mercancías en sus valores cuando se produce demasiado, el precio cae por debajo del valor y la ganancia se reduce o desaparece. Si esto ocurre a la vez en varias industrias, el resultado es un descenso general de la tasa de ganancia y por tanto conllevaría a la crisis.

Hay diferencias desde el punto de vista casual entre las crisis relacionadas con la tendencia descendente de la tasa de la ganancia y las crisis de realización. Ambas plantean problemas diversos. A una de ellas la tenemos que ver con movimientos en la tasa de plusvalía y en la composición capitalista, y quedaría intacto el sistema de valores. En la otra observaremos como distintas fuerzas no especificadas, tienden a crear un déficit general en la demanda efectiva de las mercancías, en el sentido de que la demanda es insuficiente para comprar todas las mercancías con una tasa de ganancia satisfactoria. En ambos casos la crisis parte de un descenso de la tasa de la ganancia, pero lo que está detrás de esa tasa en cada caso se analizará de una manera distinta que en el otro.


(Resumen por Zaida Jiménez y Miriam de Vicente).

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